RELATO DE UN EX-CORREDOR SOLITARIO
Maratón de Viña del Mar, mi segunda experiencia en la distancia Madre.
Con buen entrenamiento y buen equipo todo es posible!!
Todo comenzó un día, por esas casualidades de la vida revisando las redes sociales (Facebook) me encuentro con una publicidad que más tarde se convertiría en la decisión más acertada que he tomado en el último tiempo en el ámbito deportivo. Dicha publicidad tenía directa relación con el próximo desafío que tenía en mente, El Maratón de Viña del Mar. Además, mi historial de corredor solitario me hacía pensar que era hora de buscar asesoría en este deporte que tanto me apasionaba, pues todos mis entrenamientos anteriores habían sido improvisados, llegando incluso a lesionarme por sobrecarga y falta de equipamiento adecuado.
“You Can Run Club”, una palabra que más adelante se convertiría en parte de mi vida, invitaba a los corredores a planificar su entrenamiento para el Maratón de Viña, faltaban justo 5 meses, tiempo adoc para hacer bien las cosas, y sin pensarlo contacte a Hardy Matamala, quien más tarde se convertiría en mi Coach.
Con el tiempo, me fui dando cuenta que no había entrado solo a un CLUB, detrás había un grupo de personas llena de valores, donde el trabajo en equipo y la solidaridad que entregaban, me hacían hacer cada día un mejor Corredor. Comencé a aprender de ellos, y a conocer a un grupo de lindas personas, a las cuales con el pasar de los días les tomaba más cariño y aprecio. Estaba en el lugar ideal y me gustaban las clases con la FAMILIA You Can Run, porque ya no era solo un CLUB, eran parte de mi FAMILIA, eran CORREDORES.
Durante el proceso, me di cuenta de que los ejercicios de coordinación no eran lo mío, me costaban demasiado, sentía que hacía el ridículo y era el hazme reír de la clase, pero no importaba, estaba muy motivado y lo volvía a intentar hasta sacarlo. La técnica era pobre, el braceo prácticamente no era parte de mí, y Hardy cada vez que podía me lo recalcaba “Braceooo”, “el Braceooo” y a veces era con un tono de regaño “¡El Braceooo Hombree!” pero estaba bien, era parte de su trabajo y yo era un alumno medio complicado jaja.
Y así fue como pasaba Mayo, llegaban Junio y Julio, el clima no acompañaba para nada, las temperaturas eran heladísimas, pero no importaba, se asistía de todas formas al entrenamiento y se llevaba a cabo la tarea. Le ganábamos al invierno.
Llegaba Agosto y con él se asomaba la primera carrera del segundo semestre, la “Asics Golden Run”. No era el objetivo mayor para el cual se estaba entrenando, pero me lo tomaba como un mini control personal, intentaría bajar mi mejor tiempo en 21K (1:35:31) y ver si el entrenamiento estaba dando frutos. Ese día se corrió una gran carrera, me sentí cómodo de principio a fin y se lograba mejorar mi mejor 21K. Se obtenía un tiempo de 1:29:04 y con ello un TOP100 en Asics.
Si bien las distancias de 21K y 42K se corren de forma muy distinta, este resultado me daba más confianza de cara a Viña del Mar, se estaba haciendo el trabajo correcto y ya quedaba poco para enfrentar nuevamente la Distancia Madre.
EL DÍA “D”
Y llegó el tan anhelado día, 07 de Octubre del 2018. 5:45 AM y suena la alarma, había sido una noche inquieta, pero se había logrado dormir algo. Me levanto y vamos por el desayuno de campeones, el clásico plátano con harta miel. Posteriormente a la ducha y comenzábamos a equiparnos.
6:50 AM ya estábamos OK. Mi madre había venido desde Constitución a apoyarme y junto a mi hermana nos dirigíamos hacia la carpa del Club a reunirnos con el Equipo.
Ya en la carpa, comenzábamos a saludarnos con la FAMILIA YouCanRunnera, la tensión se hacía presente, el ambiente era tremendo, las buenas vibras por parte de los compañeros del Club se hacían sentir con frases como “Vamos weon hoy pura Mente, te tenemos FE”. Y ahí aparecía esa famosa frase citada por una de las grandes del Club. El “Pura Mente” de nuestra querida Ruth Guzmán fue una frase que al momento de escucharla la hice parte de mí. Cuánta razón en 2 simples palabras y hoy era el momento de aplicarla.
7:30 AM y comenzaba el calentamiento. Una masa de soldados azules comenzaba a moverse, ¡Wow! Éramos demasiados, la marea Azul se tomaba el Sector 1 de Reñaca, me sentía de local. 7:45 AM terminaba el calentamiento y vienen los consejos-arenga del Coach que nos alentaba y nos entregaba toda su confianza. Foto Oficial y a encajonar señores.Antes de encajonar. mi madre como siempre me daba la bendición y un abrazo apretado, “Tu Puedes” me decía y una bomba de energía positiva entraba en mi cuerpo, quería puro correr. Me dirijo al Encajonamiento “Ingreso a 42K”, no había muchos corredores en este sector, miraba para el lado y los colegas corredores de 21K estaban todos apretados, yo podía avanzar libremente. Logre divisar a los demás compañeros del Club que también desafiaban los 42K y me junte con ellos. Estábamos felices, parecíamos niños, solo queríamos largar.
8:00 AM y sonaba el cañonazo de la Armada, se comenzaba a mover la masa de corredores, y cuando el reloj oficial del Maratón marcaba 44 segundos comenzaba la travesía, iba con todo decidido a triunfar, no había otra opción, ganar o ganar, me persigno y miro al cielo “Vamos que se puede” fueron mis palabras.
Al KM 1 sentía el primer grito de apoyo, “¡Dale Kipchoge!” se escuchaba. Era Marco que venía con todo y pasaba por mi lado, al parecer el hombre estaba decidido a bajar su tiempo de Buenos Aires, yo tranquilo con mi ritmo miro el reloj y marcaba 4:50.
Al llegar a las Salinas, la Armada nuevamente sorprendía con su Banda, sonaba un tema de aquellos “Eye Of The Tiger” y el ambiente que se generaba era de mucha energía. Era mi primer momento de euforia y las patitas solas comenzaban a volar, sólo atiné a gritar “¡GRANDEEE!”. Miro el reloj y el ritmo era de 4:35, ¡Wow! había que frenar un poco.
Seguía avanzando, estaba contento y muy cómodo aún. Al llegar al sector Hotel Sheraton – Reloj de Flores me alcanza Pablo Silva y me dice “¿Cómo vamos?”, yo le digo que super bien, cómodo. Luego me comenta que yo iba un poco rápido, que debía guardar energía para Con-Con que era la parte dura del Maratón. Miro el reloj y efectivamente éste marcaba ritmo 4:40, por lo cual le hago caso y bajo un poco el ritmo. Seguí avanzando junto a Pablo y nos fuimos conversando un rato hasta que de repente lo comienzo a perder, el Capitán se me adelanta y yo seguí controlando mi ritmo, el cual a esa altura marcaba 4:45.
Como en el KM 13 logro identificar a Tanya. Llevaba un buen ritmo y al parecer también buscaba mejorar su tiempo en 21K. Me acerco a ella y le digo “Dale Tanya vas súper, sigue así” y continúo avanzando.
En el KM 18 logro divisar a Marco nuevamente, y así como él me apoyaba en el KM 1, me tocaba devolverle la mano. Me acerco y le digo “Dale Farah, ya te queda poco”
Y se llega a Reñaca nuevamente. Había mucha gente alentando a los corredores con gritos y carteles. Se sentía muy rico correr en ese ambiente. Ya habían pasado 20 KM y aún estaba entero y bien de ánimo. De repente se escucha un “¡Dale Omar!”, era Anto quien me gritaba y me apoyaba. Yo la saludo muy contento.
Poco más adelante estaba Hardy. Al verme me pregunta “¿Cómo vamos?, ¿Alguna molestia?”, Yo le digo “Todo bien“, y me dice “Ya que bueno, ahora comienza el Maratón, ¡Vamos!” y sigo avanzando. Al girar a la derecha para dirigirme a Con-Con, lo escucho gritar “¡Omar Pura Mente!”, la famosa frase aparecía de nuevo. Comenzaba la segunda mitad del Maratón, aún iba entero y con energía positiva, se había dosificado de buena forma la primera parte. De un momento a otro no hay más corredores a mi lado, ya solo van quedando los valientes maratonistas en carrera. Esta situación me favorece, me comienzo a relajar y a correr mas suelto, toda la calle era para mí.
En el KM 25 la situación no podía ser mas perfecta. Comienza a caer una garuga, el refresco ideal para despejar la mente y seguir disfrutando. Miraba para el cielo en forma de agradecimiento con una sonrisa de oreja a oreja. Los colegas maratonistas comenzaban a decaer, yo al contrario mantenía el ritmo 4:40, estaba en mi mejor momento.
El cuerpo es sabio y sabe avisar. En el KM 31 se sentía el primer síntoma de un posible calambre que se venía en el gemelo derecho. El cuerpo avisaba que iba muy rápido y no estábamos para experimentar y arriesgar, había que escucharlo, un calambre arruinaría todo. Miro el reloj, ritmo 4:30, tenía que bajar la velocidad. Miro el Mar para tranquilizarme y relajar la mente, tenía al mejor apoyo a mi lado y había que aprovecharlo. De esta forma, se baja el ritmo y se borraba este episodio negativo, seguía concentrado y enfocado en el objetivo final, terminar el Maratón.
Se llegaba al KM 37, el maldito Kilómetro 37. Este Kilómetro no debería existir, se debería eliminar jaja. Ya se notaba el cansancio, las piernas se sentían pesadas, el ritmo decaía y no lograba sostenerlo, el reloj marcaba 4:50. Solo pensar en todo el proceso que tuve que pasar para llegar acá me empujaba a seguir. De repente aparece una luz salvadora, era un keniata, era mi compadre Pablo Ramos que me estaba esperando y me dice “¡Vamos weon, vamos!”. Pablo se va junto a mí marcándome el paso, rápidamente mi ritmo mejora y me siento cómodo nuevamente. Estar con alguien de confianza a tu lado era una bomba de energía adicional y ya sentía que el objetivo se iba a lograr. Pablo me iba alentando todo el rato, “Vamos hombre, vamos”, “Vay super bien weon, sigue así”, “Excelente ritmo” y yo callado escuchaba estas palabras que motivaban a seguir.
En el KM 39 se me duerme la pierna derecha, me comienzo a pegar para que despierte. Pablo me dice “Pégate fuerte nomas”. No sentía la pierna pero seguía corriendo, ya quedaba poco. De repente aparece Lucas y se suma a nosotros. Lucas también comenzaba a apoyarme “Vamos Omar que se puede”.
KM 40 y un bombazo de energía nuevamente. Estaba Claudia y Lucy esperando y dando ánimo, se escuchaba el “Pura Mente keniata”. Seguía avanzando cada vez mas emocionado, impresionante lo que se sentía. Pablo comenzaba a engañar a mi mente con mentiras, pero se entendía. “Esta curva y llegamos”, “Pasando esa recta llegamos”, “Después de ese edificio estamos keniata” me decía. Nunca llegábamos, pero quedaba poco.
Ya en el KM 41, aparece más gente de la Familia You Can Run. Primero estaba Anto, Tania, Ely y Leila alentando. Era tan grande la euforia del momento, que el ritmo se aceleraba solo.
Mas adelante aparecía por un lado Yesenia y Melissa gritando y por el otro lado, en el segundo piso de un edificio Vero también apoyaba, ¡Wow! que bkn se sentía todo esto. Seguía avanzando por un pasillo con mucha gente, “No queda nada Troncoso” decía gente desconocida para mí pero leía mi apellido en el número.
Llegando a la meta se escuchan varios “¡Vamos Omar!”. Eran los chicos Marco, Betsa, Antony, Fran y mi querida hermana Janna. Marco se nos une y acompaña trotando un par de metros. Posteriormente mis queridos Pacer se corren para un lado y me dejan solo para finalizar y cumplir con el objetivo, el reloj vibraba y me indicaba el ritmo del KM 42, ¡Ritmo de 4:25!. Sin sentirlo y solamente por el apoyo de mis queridos amigos del Club y de la gente, las patitas volaron sola.
Faltaban sólo 200 metros y aparecía el último aliento, el más importante, un “Te amo hijo” que me hizo vibrar entero. Era mi Madre que estaba muy cerca de la Meta. Ya no quería más guerra, las emociones en mí abundaban, sólo quedaba cruzar la Línea. Miro al cielo, y agradezco a la vida por esta nueva experiencia.
Y por fin se llegó a la Meta, el Tiempo Chip era de 3:19:15, estaba feliz ya que se cumplía el objetivo al cual se había apostado, bajar las 3 horas 20.
Cuando me dispongo a ir a buscar la Medalla Finisher, me doy cuenta que las piernas no las siento, los músculos estaban totalmente devastados y fatigados, con suerte podía caminar. Con la medalla en mis manos logro identificar a Hardy que me estaba esperando, un abrazo de felicitaciones y me dice “Bien compadre, excelente”.
En eso aparece nuevamente mi hermana Cata o Janna para los demás, y se me vienen todos los recuerdos y emociones de la carrera. Estaba muy contenido y era necesario liberar. La veo, la abrazo y comienzo a llorar. Lo bonito del Maratón, permite a hombres llorar como niños.
El Maratón de Viña se lograba llevar a cabo de forma exitosa. Detrás había un proceso de entrenamiento de 5 meses, donde conocí además personas maravillosas. Lograba bajar mi tiempo de mi primer Maratón (Santiago) en 23 minutos con 26 segundos.
En resumen: ¿Suerte? Para nada, ¿Coincidencia? No lo creo, ¿Disciplina? Eso sí, y mucha. El Plan de entrenamiento se cumplía en un 95%, con un 100% de asistencia a las clases presenciales, no se falto ningún Lunes ni Miércoles ni Sábado.
Queda mucho por mejorar, sobre todo en Técnica y Coordinación, pero con trabajo y esfuerzo todo es posible. Lo mejor esta por venir.
Un saludo a todos los lectores de mi humilde historia.
Omar Troncozo !