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LA TORTUGA Y YO || Fipo Barruel

LA TORTUGA Y YO || Fipo Barruel

admin Carreras recomendadas, Testimonios

Este año cumplí 40 años y para celebrarme quise correr mi segunda maratón. La historia parte así:

Hace muchos años, mi papá (para muchos “don Eduardo”, “Eduardo” o “el Barruel de verdad”) comenzó a correr de muy adulto con la perra de la casa ( La “martina” QEPD), por el parque Araucano y nos sorprendía cuando llegaba a la casa contando que se había inscrito en carreras promovidas por supermercados, compañías telefónicas y otras tantas otras, hasta que corrió su primera maratón. Todos lo encontrábamos que estaba loco. Un día cualquiera, mucho después de correr la “prueba madre” me invitó a correr con él al PARQUE. Ya estaba casado. Lo tomé como una buena forma de compartir y pasar un rato con él. Sin reloj, ni zapatillas adecuadas lo acompañé por varios meses, los sábados y domingos. Conversábamos y arreglábamos la vida y lo mejor sin pelear (porque para quienes no saben peleamos bastante, jjaja). Un día me dijo “ el domingo vamos a ir a la corrida VTR, a tus primeros 10 k”. De ahí no hubo vuelta atrás. Por fin encontraba un deporte donde yo era mi propio contrincante. Mi único desafío era mi propia superación, lo que me gustó. Luego sin darme cuenta ya estaba inscrito para mis primeros 21 k, los que corrí en Santiago, el año del terremoto, el 2010.  Fue muy emotivo en todo sentido. Mis amigos de la vida me miraban sorprendidos cuando les contaba que correría. En el Colegio no era capaz de darme 2 vueltas a la cancha ni pensar del mítico “test de cooper”. “ Estas loco” y sí de verdad era una locura. Al final fueron 3 medias maratones corridas, hasta que el año 2014 me inscribí a mis primeros 42 k. Pasó que estando en un matrimonio una de las personas con las que compartimos mesa tenía un reloj garmin (de esos bakanes) y se lo alabé. Durante toda la comida hablamos de corridas. Él siendo un corredor con “Majors” en el cuerpo me contó como ese mismo año corrió Buenos Aires, pese a que no pudo entrenarse por una lesión. Su historia de cómo disfrutó esa maratón me mantuvo entretenido todo el rato. Al finalizar la comida y con la primera piscola me dijo “ y bueno fipo, me imagino que irás a correr en abril tu primera maratón” y lo hice. Al día siguiente estaba inscrito, sin cachar lo que me deparaba el futuro. Bajé un plan de unas zapatillas deportivas y comencé la preparación. Ni les cuento como llegué. El sacrificio de la carrera y la preparación me botó un año, no por lesión, sino porque quedé hastiado de correr, porque lo hacía solo y sin un plan adecuado.

El día 20 de octubre de 2017, luego de varias búsquedas y mails enviados a distintos equipos, Hardy Matamala, Head Coach de Youcanrun Club, me respondió e invitó a un entrenamiento de prueba. Entre mis “exigencias” buscaba correr nuevamente 21 k y luego de eso continuar sin parar de correr y evitar la “fatiga” sufrida post maratón del 2014. Meta conseguida: corrí el 2018 en total 3 medias maratones, lo que era un logro!.  Al finalizar el año le dije a mi Coach: “ bueno Hardy, ahora voy por mi 2 maratón”. Él reflexivo me dijo: “baja de peso y hablamos”. Bajé unos kilitos y volvía a la carga. Le dije” cumplo 40 años y quiero que me ayudes” y así fue. Me inscribí para mi 2 maratón y el lugar sería Viña del Mar. Ese era mi regalo de cumpleaños.

La idea era mejorar todo. Un plan ajustado a mi persona, estar acompañado, etc. Hasta antes de empezar este proceso yo era de los corredores que corría sin pensar en los ritmos, era muy desordenado en los parciales. Le ponía rápido un kilómetro y en el otro “ descansaba”, hasta que un día mi coach le escuché algo que me parecía tremendamente equivocado: “correr lento para correr rápido” e hizo una analogía de una tortuga.  Soy papá de 2 niños (8 y 4 años), entre la lectura de cuentos obligados en las noches muchas veces les he contado la historia de la “Liebre y la tortuga”, esa que la liebre es presumida y pierde la carrera. Atesoré esa historia y empecé a seguir mi plan, que mes a mes construía el coach, para sacar adelante este desafío. Comprendí, luego de varias conversaciones, que para mejorar mi capacidad aeróbica tenía que correr “leeeento”. También había días para ponerle mayor velocidad con los intervalos o “fartleks”. Todo sirve y todo suma. Día a día me reportaba. Algunas veces el coach me retaba porque no era lo suficientemente lento. Sus retos me alentaban a seguir mejorando, hasta que empezó a felicitarme, por lo que empecé a entender mejor esa filosofía para hacerla del todo mía.

Si bien yo encontré en YouCanRunn un grupo atómico (es mi familia), la preparación de la maratón fue pseudo a “distancia” puesto que por razones de trabajo y familiares me resultaba difícil ir a entrenar en las tardes e incluso los sábados.  Pero eso no fue impedimento para apoyarme en mi team (amigos) y en particular mi coach, que a diario me felicitaban y daban ánimo por salir a correr de madrugada. Empezaron a pasar los meses y cada día comprendía mejor que la mejor disciplina para conseguir llegar bien a la meta era perseverar y evitar las salidas de libreto con el plan. Las lecturas de cuentos en mi casa, sin querer, incluían siempre el cuento de la “Liebre y la Tortuga”. Descubrí que era yo el que escogía e incluso llegué a tener en mi velador.

Si bien gran parte del proceso lo viví “solo”, me preocupé que todos los controles importantes los haría con el team. Corrimos 24, 28,30 y 35 km.  Siempre con la misma filosofía. La primera vez en Santiago corrí con la Sandra y en el camino nos buscaron la Clau, La Ruth; Vero; Ely y mi gran amigo Marcelo Vargas ( ¡¡seco!!). Luego vinieron los otros controles, los que hice en Viña, simulando la carrera. ¡Qué buena planificación del Coach y del team!. Misma ruta de la maratón y siempre con puestos de hidratación. Gané con esas idas a Viña muchos amigos ( La Vir, La Caro, Jose), perfeccioné la que ya tenía con otros ( Alvarito, La Melly;, la Dani Barría, nuestra capitana, Marcelo) y otros más. Conocí a gente bakan, que desde que llegué a YouCanrun siempre “ miraba hacia arriba” puesto que eran los que siempre corren maratones en el Team. Fueron grandes personas porque siempre me hicieron sentir uno más, sin importar que la Tortuga era la invitada de piedra. Gracias Nano, Bárbara, Mary, mi partner Samuel; Lucy, Las Caros, Omar, Yess; Pauli, Pablo; Pato,etc.. Los controles fueron muy importantes para medirme. Cada vez que llegué a esas metas me sentí a gusto, muy tranquilo, cómodo. Cada vez que llegaba gritaba de emoción por haber conseguido sortear el desafío y para mejor siempre mis compañeros del team me recibían con aplausos porque se alegraban de mi esfuerzo. Lo de la Tortuga era cierto (cuando llegó a la meta todos los animales lo vitoreaban).

Con cada salida buscaba mejorar y ordenar los parciales. Tener buenas pulsaciones. La “liebre presumida” de vez en cuando hacía las suyas y se reía. Me incitaba para salirme del plan, para correr rápido o incluso en más de una ocasión me invitaba a flojear a dormir en vez de salir a entrenar, tal como ella lo hizo en el cuento. Ahí fue cuando muchos de mis amigos del team me llamaban, incluso el Coach desde Berlin a horas de correr su maraton me llamó al orden.  Esto de “correr” solo era duro. 15 días antes, durante esa semana, tocaban los últimos intervalos y los hice con mis amigos del team. Fueron mis mejores ritmos. Ahí supe que estaba listo. Peeeero la semana de la carrera comencé con una molestia fuerte en el 2 metatarso del pie derecho y entré en pánico. A eso se sumó que el viernes 4 (a solo 2 días de la carrera) el segundo de mis hijos (4 años) tuvo que someterse a una operación que duró más de 4 horas. Mi señora, la Caro, sabía que me había preparado y me apañó en todo momento. Me dijo “corres sí o si, con o son dolor, te hai preparado mucho y no podis “guatear”). ¡Tenía razón! ( gracias Carito). Y así fue. El sábado en la tarde partí a Viña con mi hija mayor. La despedida con mi señora fue el último arengazo: “correr feliz y disfruta”. Retiré el Kit, comí en la noche y me fui a descansar. La tortuga, finalmente, estaba en posición de largada.

Ya llegado el día estaba muy tenso. En el calentamiento previo no me sentía cómodo, estaba muy nervioso.  Estaba preocupado por el pie que me dolía mucho, pese a que la noche anterior apliqué harto hielo. Hasta que dieron las 8 y con ello la largada. Corrí junto a Samuel, Alvaro y el gran Marcelo.

Éste me acompañó hasta el km 17 o 18. Iba muy concentrado en el pie, lo que me empezó a jugar una mala pasada, pues cuando partió la carrera no sentía ninguna molestia cierta. “maldita liebre”.  Yo no quería salirme del plan. Días antes planifiqué ritmos ( el “soñado”, el “realista”, el “pesimista” y el “plan d”). Tenía muy estudiada la ruta, pero solo conseguí entrar en la carrera y olvidarme entre el KM 14 y 15. Claramente no había molestia en el pie. Con todo, antes de lo esperado, producto de la “liebre” adelanté un gel antes de lo planificado, lo que me obligaba a ir replanteando todo. Pero aun así seguía corriendo, pero con esa sensación extraña. Algo no estaba bien. Hasta que empecé a repetirme “por qué llegaste hasta aquí: tu cumpleaños hombre” y para mejor todo el periodo de entrenamiento fue positivo, respetando todo.  Un momento importante fue en el km 14 cuando vimos a Felipe Salas y la Javi, su sobrina. ¡Cómo me empujaron!. Me empecé a meter en la carrera y ganar seguridad. En algún momento Marcelo me dijo ya “weón ahora corres solo”. Cuando se despidió como “reserva” me dio un gel que no se tomaría (al final yo tampoco) y continué empecé a disfrutar y reír porque a diferencia de mi primera maratón iba muy bien, aunque respetando siempre el plan para no apurar. Cerca del km 18 me encontré con una compañera del Team, Vanessa. Eran sus primeros 21 K y la noté que venía algo cansada. Le empecé a hablar a darle ánimo para seguir y terminar, pues no le quedaba nada. Me dio mucha seguridad el poder ayudarla en su tramo final. Le hablé sobre la respiración y braceo. Eso me ayudó aún más porque me di cuenta de que todo lo que había practicado lo estaba ejecutando. La primera parte de la carrera estaba en el “bolsillo”, pero venía la ruta hacia Concon. Saben: esa fue la mejor parte. Disfruté cada momento y cada zancada ( o lo que parecía serlo). En el Km 21 la gran Yess , que corrió la semana pasada en Berlin,me acompañó, no sé por cuánto. Corrí sin mirar reloj. Me dejé llevar por sensaciones. Le hablé harto y en algún momento me dijo que iba con ritmos parejos y entonces me dije “la estoy haciendo bien weon”. Por fin “la liebre estaba durmiendo la siesta” y con la Tortuga estábamos haciendo lo que veníamos a hacer: correr a ritmo planificado sin parar y DISFRUTAR. Así pasaron el 24, 25 y 28 kms. Pasé a mucha gente. Miraba a quienes venían de vuelta y me decía tengo que aguantar hasta el 38 para luego soltar. Vi a muchos compañeros del team que venían de vuelta y les gritaba para darles ánimo. Esos gritos también eran para mi, para que la tortuga siguiera. ¡Por fin llegué a la rotonda!: KM 32, con eso el regreso. Ahí me esperaban mis sobrinas, mi cuñada, hermano Francisco e hija. Mi hermano me gritó “ venís la raja” (después me  confesó que incluso mejor que cuando me vieron en San Martin con mi mamá). Estaba el Pato Poblete, apoderado del Colegio de mi hija y a estas alturas amigo. Él es un gran corredor y por una lesión no pudo correr su 4 maraton y me prometió compañía en los últimos 10 k, los que se suponen eran los más duros en el “papel”. Me puse hablarle y contar historias. Me decía que eso significaba que venía bien. Pato es un conocedor de la zona me hablaba de las playas (vamos pasando por “playa amarilla”, negra y otra más). Era mi propio tour. Me comí una mitad de un plátano que me tenía. Al llegar al Radizzon la gente del Hotel repartía agua. Tomé 2 vasos y me los tiré en la cara. Venía tranquilo, sin apuros y lo mejor que sintiéndome bien. Me acordé mucho de mi familia: la Caro con mis niños y José Tomás que el viernes anterior vivió con 4 años su propia maratón, con la operación. Llegué al km 38 y la pantorrilla izquierda me avisó con un pequeño tirón. Bajé el ritmo e incluso paré para estirar 10 segundos. Al final no fue nada. El primer aviso después de 38 KM. Venía bien. Nunca sentí el fatídico muro, porque mi mente me ayudaba a pensar en otras cosas. Del 2 tarso ni hablar, no sentí molestia. Pero quedaban 4 kms y no podía dejar que la liebre empezara a hacer sus gracias, pues la vía de lejos que se había despertado de la siesta y comenzaba a apurar sus zancadas para pasarme. Tenía que seguir nomás a ritmo planificado, el “realista” Al llegar al km 39 me di cuenta del protagonismo conseguido en esta historia, pues con sonrisas en sus caras me esperaban mis amigos del team: Alvaro, La Melly; Marcelo ( de nuevo), la Capitana Dani Barría. Cuando los vi lloré de alegría. Comencé a apurarme, tenía fuerzas. Y la Dani con su sabiduría de capitana dijo “¿no creen que lo llevamos muy rápido?, efectivamente me di cuenta que estaba yendo a un ritmo muuuucho más rápido que el ritmo “soñado” . La liebre me estaba tentando. Pero haciendo caso a mi cuerpo grité a la Dani que tenía razón. Entre medio una que otra broma tiramos. Todo era alegría.  Bastó con que la Capitana nos llamara al orden para sentir como el muslo derecho empezaba a contraerse, aunque levemente. Yo no lo pesqué y seguí. Voy muy bien y era obvio que después de tanto rato recién el cuerpo empezara a reclamar cansancio. Para sacar fuerzas me concentré en la respiración. Miré el mar (que suerte tenía). Cerré los ojos y pensé en mi señora que sabía que estaba viéndome con la aplicación, desde la Clínica en Santiago. Luego pensé en José Tomás. Tenía que llevarle la medalla de Finnisher y por cierto sabía que mi hija mayor, la Lou, me estaba esperando en la zona de meta.

Ya había pasado sin darme cuenta el Km 40. Ahí estábamos entrando a Reñaca, por Borgoño. Cuando el muslo comenzaba nuevamente a contraerse, pero la fiesta estaba recién comenzando Vinieron a mi encuentro la Clau y la Ely. ¡Se pasaron!. ¡Todo era alegría! ¡Esto de mi celebración se lo habían tomado en serio estos cabros! Era una batucada. El jefe de orquesta era Alvarito que gritaba “fipo, fipo, fipo” y todos lo seguían. Incluso personas anónimas me gritaban y aplaudían. Me sentía en recital de rock donde yo era el cantante.  Estaba muy emocionado. Pero faltaban 2 kms y fracción. Quienes hemos corrido distintas distancias sabemos que mucha gente cae en los últimos metros. El muslo volvió y la pantorrilla. Cerré los ojos y me dije “por qué estoy haciendo esto, cuánta gente está pendiente (incluso tíos siguiendo la aplicación desde el extranjero). A lo lejos, al llegar al km 41 y medio me encontré con mi vieja, mi papá (que corrió 21 K), hermano, cuñada y sobrinas. Mi hija mayor corrió conmigo unos metros. Qué felicidad. Antes de entrar al encajonamiento final muchos compañeros del team estaban junto a Hardy el coach,  que al oído me decía “llega, llega, disfruta, es tu momento”. Faltaban 195 mts. (anque garmin dijo que corri más). En tan poca distancia se me pasó por la mente toda mi vida, lo afortunado que soy al ser hijo, hermano, papá, esposo, CORREDOR Y MARATONISTA. Los metros finales fueron mágicos y solo míos. Vi el reloj oficial y no lo podía creer, crucé la meta y aun ritmo que no me lo esperaba. La carrera por fin era mía. Al final supe: la tortuga nuevamente le había ganado a la liebre y justo para mi celebración de los 40 años. ¡qué felicidad!

Saludos!

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