You Can Run ClubYou Can Run Club
  • RUNNING CLUB
    • NOSOTROS
  • TARIFAS
  • INSCRIPCIONES
  • TESTIMONIOS
  • GALERIA
  • MEDIOS YCR
    • FACEBOOK
    • INSTAGRAM
    • TWITTER
MI RUTA A BOSTON 2017

MI RUTA A BOSTON 2017

admin Testimonios

Mi ruta a Boston.

Corría el año 2011 cuando a mi correo corporativo llega un email comunicándonos que podíamos participar en la Maratón de Santiago a través del club de running de la empresa en la cual yo trabajaba.

Yo que venía hace muchos años realizando actividad física, específicamente spinning y algo de trotadora en gimnasio con el solo objetivo de mantenerme en forma, por lo cual decidí participar y correr mis primeros kilómetros. Nos entregaron una polera con los colores corporativos para usar el día del evento, recuerdo que era una polera blanca que me quedaba algo ajustada, pues no había muchas tallas disponibles, considerando también que en esa época tenía unos kilos extras.

Llegó el día del evento. Lo vivido en aquella ruta cambio mi percepción del running como tal. Deporte que yo veía como individualista y algo aburrido, porque no es deporte colectivo como el futbol que yo había practicado en mi adolescencia y en la época universitaria. Aquel día fue maravilloso mirar alrededor de la ruta y observar tanta gente entusiasmada disfrutando. Personas tan diversas que se desafiaban a sí mismas en aquellos humildes 10km que para mí se hicieron absolutamente abordables´.

Recuerdo que al finalizar la carrera una mujer de unos 40 años me preguntó por el tiempo que demoré, mostrándome al instante su cronometro. ¡La mujer había hecho 9 minutos menos que yo! Creo que fue la ocasión en que nace mi motivación por correr, cuando me dije a mi misma que si ella puede por qué yo no, si ella hizo la carrera en 45 minutos, yo con 10 años menos podría demás equipararla.

Regreso a mi casa recordando cada instante vivido y a aquella mujer. Fue en ese entonces que me propuse seguir. Había encontrado en esto un desafío, un argumento para no solo entrenar por los kilos menos si no un propósito que permitiera demostrarme a mí misma que podía superarme.

Hoy puedo decir que descubrí mi pasión y lo descrito anteriormente fue el empujoncito quizás sin saberlo. ¿Qué nos apasiona? Creo que es la pregunta clave, si la respuesta está clara, podemos sentirnos afortunados. Yo desde que lo descubrí puedo decir que entreno sin sacrificio, que cada gota de sudor me genera una sensación de satisfacción. Esa misma pasión me ha llevado a vivir emociones antes insospechadas, sin proponérmelo ni haberlo imaginado en mis mejores sueños.

Hoy comparto mi experiencia inicial porque quiero transmitir adonde me ha llevado dicha pasión. Vengo de haber corrido la Boston Marathon, estoy en el avión recordando cada instante del recorrido y rememorando cómo es que me hice maratonista. Puedo decir que ha sido intensamente apasionante lo vivido, que no tengo palabras suficientes para plasmar cada instante, cada momento, cada kilometro superado en la maratón más importante del mundo para corredores aficionados y apasionados.

No obstante, quiero volver un poco atrás en el tiempo y contar algo de mi experiencia como runner y maratonista. A partir del día en que realicé mis primeros 10km comencé a correr más seguido en la trotadora de gimnasio, fui de a poco reemplazando mis sesiones de spinning por la cinta, además de inscribirme en corridas junto con mi hermana, quien me acompañaba casi como un favor. De vez en cuando también corría por el cerro, principalmente en feriados en que el gimnasio estaba cerrado. Me propuse ser contante, pues sentía que cada vez la sensación de satisfacción personal crecía cuando en cada nueva corrida mejoraba los tiempos o si no mejoraba terminaba con la sensación de que se hacía el trayecto más fácil.

No recuerdo cuando exactamente di el salto a correr 21km, pudo haber sido en alguna Maratón de Santiago junto a mi hermana que aún seguía en algo mis pasos. Los 21km fueron un nuevo desafío, di el salto y nuevamente aquella sensación de querer mejorar. Básicamente, apostaba a sentir confortable la carrera por sobre el cronometraje. Debo admitir que no usaba reloj, solo me guiaba por una aplicación de running que descargué en mi smartphone. En fin, yo solo corría, nada más corría por sentir aquella energía o adrenalina que genera el entrenamiento intenso que solo entendemos quienes nos sentimos felices cuando algunas partes del cuerpo duelen y el cansancio increíblemente produce satisfacción.

  • Si estas estresada debes descansar – decía mi madre-. Aliméntate bien por favor.

Mientras yo solo atinaba a aseverar que entrenar me favorecía. En el intertanto, en mis pensamientos mas rebuscados imaginaba que algún día correría un maratón. ¡Palabras mayores para mí en esa época!

La gran oportunidad de correr un maratón se hizo realidad mucho antes de lo imaginado. ¿Cómo y Cuándo? Producto de un viaje por vacaciones a Buenos Aires con un gran amigo de la época, quien se motivaba con los viajes y la posibilidad de conocer gente y lugares históricos. Esto aconteció el año 2014. Fuimos el día sábado a una agencia de turismo a revisar los tours que había disponibles para recorrer la ciudad, mi amigo consulta por los city tours y la chica le explica que domingo en la mañana no se realizan porque hay una maratón.

  • ¡Maratón! –  dice él – y me mira con ojos brillosos porque sabe cuánto me gusta correr.
  • Averigua por favor todo respecto a inscripciones – le dice a la chica – y lugar en que se retiran los kits.

Mientras yo estupefacta pensaba en lo entretenido que sería correr en Buenos Aires.

  • Según la página de internet quedan inscripciones disponibles – dice la chica-. Vayan a la estación de metro X y de ahí al lugar de la Expo donde están inscribiendo de manera presencial.

Llegamos y observamos el lugar lleno de gente en ambiente deportivo. Me dirigí al stand de nuevas inscripciones y le comento al tipo a cargo que yo era de Chile y que me inscribiría en 21km. El tipo me mira con ojos grandes y me dice:

  • ¡Esto es maratón, o sea 42km!, los 21km se corrieron en septiembre.

En ese instante odie a mi amigo, quien absolutamente abstraído me dice que corra, que es Buenos Aires y que es una buena oportunidad para conocer la ciudad. ¿Cómo le hacía dimensionar que son 42Km?

  • Lucy corre, yo te apoyo – me dijo él -. Te puedo ir a buscar a la meta.
  • Puedo correr si vas conmigo a la largada y me esperas en la meta – respondí – pero si no la termino ¿Cómo hago para avisarte?
  • No Lucy – me dice él – yo me quedaré durmiendo y te voy a buscar a la meta ya que es mucho tiempo esperando si calculas que demorarás sobre 4 horas.
  • Gran amigo – pensé – y me inscribí a pesar del comentario.
  • Si ya he corrido 21km, lo peor que me puede pasar es que corra poco más de eso y me agote – le dije –. Es decir, en el 30km que según la ruta quedaban cerca del Obelisco donde estamos alojados puedo retirarme.

Así y casi como anécdota puedo decir que corrí mi primera maratón. No lo busqué, no lo planifique, simplemente se me dio la oportunidad y yo la tomé.

El recorrido fue impresionante de principio a fin, conocí la ciudad haciendo lo que más me gusta. Corrí con toda mi energía los primeros kilómetros. Me sentía ganadora cada vez que adelantaba a alguien que parecía exhausto. Yo podía hacerlo.

No me di cuenta cuando…¡Rayos! sentía mis piernas débiles. Ahí por el km30 ya la misma actitud ganadora no estaba. Tampoco dimensionaba cuan intensamente había recorrido los kilómetros anteriores pues llevaba solamente mi celular con la app que a ratos se perdía y menos conocía un reloj. En el trayecto final vi muchos corredores agobiados por el calor que iban quedándose por el costado de la ruta. Esto, paradójicamente me motivaba para continuar y demostrar que si podía llegar a meta.

Logré terminar el recorrido en 3:53 hrs aproximadamente. Puse al límite mi capacidad física y mental sin ninguna estrategia, y aún así lo logré. Desde ese instante me declaro maratonista.  Me sentía feliz, quería contarle a todos lo que había conseguido y cuan maravillo fue.

Volví entusiasmada pensando en mas maratones. Así fue como corrí las Maratones de Santiago del año 2015 y 2016, cada una con mejor tiempo que la anterior.

En la Maratón del Santiago del 2017 terminé tan entusiasmada con el tiempo realizado que por primera vez decidí buscar un club para correr, ya no quería correr sola ni disponer de mis pocos amigos runners que a veces no tenían la misma motivación y necesidad de entrenar que yo.

El club modificó aún más mi percepción del running, conocí gente extraordinaria en quienes me vi reflejada. Por fin pude darme cuenta que yo no era una especie rara en mi entorno habitual, sino que había un mundillo de locos por correr como yo. Personas con intereses diversos pero que convergen en un objetivo común que es disfrutar de un desafío y llegar una misma meta independiente del objetivo individual respecto del tiempo. Conocí también un reloj de running y me enteré gracias al Coach que existía la Boston Maratón.

¡Cambio de chip y vamos por algo más grande! Boston me parecía algo lejano, una utopía, pero qué más puede pasar. Entrenaré para ello.

Mientras entrenaba aparece la Maratón de Viña del Mar, me inscribo y para mi sorpresa logro hacer el mejor tiempo de todas mis maratones, había logrado bajar 8 minutos aproximadamente respecto de la Maratón de Santiago anterior. Fue esta maratón para mí un logro personal extraordinario. Me había propuesto en lo más profundo de mi ser hacer el mejor tiempo de mi vida, a pesar del estrés laboral y emocional que traía. Ha sido y será a la fecha el mejor de podio obtenido, de esos que duelen, de trayectos que se disfrutan, que se viven como una montaña rusa, donde las emociones pueden cambiar drásticamente de un kilómetro a otro. Me sentí una ganadora de principio a fin, sentía que podía con todo, que lo que me proponía lo podía lograr y que únicamente me estaba demostrando a mí misma que aun cuando había adversidades podía lograr mis objetivos más descabellados.

Luego de la Maratón de Viña llegó el ciclo para entrenar para Boston Marathon. Con la confianza que gané en mi hazaña previa comencé a entrenar y revisar los planes. Planes de entrenamiento que antes poco consideraba dado mi agenda laboral y mis dotes de autosuficiencia más tarde autocuestionada. Entrené un poco más metódicamente, pero cambios en mi situación laboral nuevamente afectaron mis intereses deportivos.

Aun así, me tenía confianza, preparé con mínima planificación mi aventura por Norte América.

Esto es realmente otro nivel en el ámbito maratoniano, me dijeron quienes la habían corrido.

Una vez in situ lo vi con mis propios ojos, pues se respira maratón por todos lados, donde atletas de diversas nacionalidades se encuentran en cada esquina motivados por vivir la experiencia de sus vidas.

Luego de un extenso viaje, la primera mañana en Boston conocimos el lugar donde se ubica la meta. Justo ese día estaban realizando un homenaje a las víctimas del atentado acontecido el año 2013. Se ponen los pelos de punta con el solo hecho de pensar que fallecieron inocentes en aquel lugar producto del odio generado por mentes perversas. ¡Esta maratón si tiene historia y trayectoria!

Al mismo tiempo, el trote por aquella ciudad impresionante y llena de historia generaba en mi un sentimiento de gratitud y privilegio.

Se acerca la noche anterior a la carrera y aparece la ansiedad típica de cualquier corredor, pero en esta maratón creo que aún más, porque es estrictamente necesario tener en cuenta cada detalle, preparar la vestimenta, los accesorios, el kit, revisar los instructivos, los mapas, etc. Nada puede fallar, debido a que también está la barrera del idioma que dificulta solucionar con celeridad cualquier imponderable. Sensación de nervios y ansiedad multiplicados por mil, al menos en mi caso. Estaba en el lugar donde cualquier maratonista como yo querría estar, no podía fallar. ¡Había ido a correr y correr bien!

En la mañana nos dirigimos a la zona de la meta, donde está todo estratégicamente organizado para la confortabilidad de los miles runners inscritos. Fuimos a dejar las bolsas con la indumentaria de termino de carrera en la zona de guardarropía y luego nos dirigimos a la zona de salida de buses. Con nervios por montones en mi caso, de provinciana del sur de Chile a la inmensidad de Boston la diferencia era colosal. De las corridas gratuitas del IND (sin desmerecer) a la majestuosa maratón de Boston, no había comparación.

Subimos al bus que nos llevaría al lugar de la largada, la que a diferencia de todas las maratones anteriores en las que participé se ubicaba en otro punto de ciudad. Con poco menos de una hora de viaje llegamos al lugar de partida en el cual se dan las salidas de acuerdo a la categoría asignada por tiempo de clasificación. Nervios y más nervios.

Observo a mi alrededor únicamente “runners pro“ como dice alguien por ahí, pro como se ven pocos en Chile. Hombres y mujeres de diferentes razas que se muestran inquietos y alegres a la vez, como queriendo comenzar lo antes posible.

Dan la largada y todos parten rápido muy rápido, la masa marca la velocidad, es imposible quedarse atrás. Si no te mueves, por inercia la energía de los atletas me lleva. Transcurren así unos 25 kilómetros en bajada, con algunas pequeñas subidas que con algo de impulsó se superaban fácilmente. Por los costados miles de espectadores apoyando, adultos, ancianos, jóvenes y niños gritando “enjoy” o “you can” en inglés. Cada milla estaba atestada de gente alentando. ¡Jamás vi algo así, me sentía una campeona!

No era capaz de escuchar mi cuerpo y las sensaciones físicas, pues sobrepasaba a cualquier intento de ir el interior de mi misma, el ambiente y la efusividad del exterior. ¡Enjoy- Enjoy! por todos lados, por cada milla. Era realmente emocionante observar como ellos disfrutan el evento y como empatizan con cada corredor. Jamás escuche mi nombre tantas veces y pronunciado por gente tan distinta: “Go Lucy, you can! ….era emocionante y sobrecogedor.

Después del 25km aproximadamente, la superficie cambia y alterna entre subidas y bajadas, en algunos casos las subidas parecían infinitas. Viene la introspección…Dios mío, si solo había avanzado 25km cómo era posible que costara tanto. Miro el reloj y me doy cuenta que había ido a un ritmo no habitual, que me había entusiasmado con la velocidad y dada la adrenalina no me había percatado de lo resentidas que estaban mis piernas. Desde ese instante en adelante fue para mí otra carrera. Una carrera absolutamente mental.

Aterrizaje forzoso y replanteo del plan. No podía seguir el mismo ritmo, aunque mi cabeza se lo obligara a mis piernas. Quedaban nada más y nada menos que 17Km por recorrer. Alzo la cabeza, respiro profundo y me acuerdo de toda la gente que está pendiente, de mi plan inicial, del tiempo que me propuse realizar, de los días entrenamiento de madrugada, de que trabajo duro en cada desafío que emprendo y que estaba ahí donde muchos darían cualquier cosa por estar.

Avance observando a los niños que me motivan con el solo hecho de ver sus caritas, evitando pensar en mis piernas, al mismo tiempo me puse como meta parcial los 30km, después iría por los 35km y de ahí en adelante seria mi cuenta regresiva. En contra tenia las subidas que iban apareciendo sin ninguna compasión después de un alivio en bajada.  Pase por cada puesto hidratación disponible intentando bajar al mínimo la velocidad, pues si me detenía completamente podía desvanecer, pensaba yo quizás de manera exagerada.

Llegando al 30km según mi reloj, comienzo a calcular que mi objetivo inicial ya no se concretaría. Bajón total y ganas de abandonar, tal como he escuchado que ocurre a muchos maratonistas a esas alturas de la ruta de los 42,195.  Nunca antes en una maratón siquiera se me pasó por la mente la idea de abandonar, esta vez era una situación absolutamente diferente cuyas circunstancias eran relativamente desfavorables, pero no como para desertar. A esas alturas el calor agobiaba, muchos corredores se sacaban las poleras y echaban agua en la cabeza, otros caminaban y los más avanzados pasaban por mi lado como si estuvieran en el 5km. Por mi parte, intenté realizar las mejores maniobras para avanzar, con agua sobre la cabeza para el calor, tomé geles que la gente entregaba, plátanos, dulces, hasta cerveza vi en la ruta…

Llegando al 34km nuevamente una gran subida, debería omitirlo, pero Strava me acusa, primera vez en la vida que camino en una maratón, aunque sea unos pasitos en subida. Por ahí me doy aliento escuchando nuevamente a la gente y sus efusivos gritos mencionando mi nombre. Pasa un hombre a mi lado y me dice “vamos vamos Lucy”. Fue impresionante como después de la gran subida sentí alivio al ver la cuesta a favor junto a la voz del ese señor seguramente latino que me acababa de animar. Me recuperé mientras aparecería más gente al borde extendiendo su mano para tocar las nuestras y dar aliento. Yo sentía en la medida que los kilómetros avanzaban, que los espectadores gritaban más fuerte y miraban con tanta furia que intimidaban a los potenciales runners desertores.

Fue así como sin darme cuenta que avanzo en bajada hasta el 40km sin sentir completamente las piernas, únicamente con la mente puesta en la meta. Miraba reloj que se movía a un ritmo digno para mí a esas alturas. No lo podía creer. Sentía que volaba, veía fotógrafos para los cuales intentaba aparecer sonriente en las imágenes que quedarían para el recuerdo, aunque por dentro estuviera destruida.

Cuando faltaba aproximadamente 1 kilómetro preparo el remate final, intenté con todas mis fuerzas ir más rápido, pero fui incapaz de retomar el ritmo bajo los 5 minutos por kilómetro. Sin embargo, sentí que estaba cumplida mi misión, la misión de terminar una carrera digna y finalizar mi sueño con la frente en alto. Tuve ganas de llorar, gritar, se me vinieron a la mente imágenes de mi familia, mis padres y los valores transmitidos de con la frase “nunca rendirse “y luchar por los sueños”.

Cuando el camino es difícil apelamos a lo más profundo, a nuestras raíces, recordando a quienes nos conocen desde nuestra esencia intrínseca, a quienes nos han visto caer y nos han ayudado a levantarnos diciendo que todo es posible. A aquellos seres amados que nos gustaría que estén disfrutando nuestros logros porque han creído en nuestras capacidades y generosamente nos aceptan tal cual somos.

Llegue al meta en 3.19.33 hrs, un número que nunca olvidare. Un número o un momento que presiento que delimitará un antes y un después en mi recorrido maratoniano de aquí al resto de mi vida. Porque estoy segura que, en adelante indistintamente del lugar y las personas presentes en la ruta, NUNCA DEJARE DE CORRER.

Comparto mi historia de maratonista con el único propósito de contar mi versión de simple corredora apasionada. Un recorrido de maratones que no es perfecto, que al contrario ha sido arriesgando por haber tomado decisiones sin asesoría profesional al modo Lucy, pero que me ha llevado a vivir emociones antes sumergidas.

¡Descubrí mi gran pasión y eso me hace sentir viva!

Como lección aprendida para todos los que sueñan con la Boston Marathon, humildemente me atrevo a distinguir las siguientes:

  • La confianza excesiva no es buena. Cuando te das cuenta que no pudiste y te caíste, duele.
  • Tomarse cada nueva maratón 1000% en serio, planificando cada paso, pues no todas son iguales.
  • Escuchar a nuestro cuerpo y asimilar las sensaciones internas mientras se observa el ambiente externo. Los primeros kilómetros en bajada motivan a cualquiera, pero debemos ser conservadores.
  • Preparar la mente y el cuerpo mucho antes de este gran evento. Ojalá semanas previas de descanso absoluto. Las condiciones climáticas son atípicas y la ruta un aliciente para arriesgarse.
  • Escuchar con humildad a quienes tienen experiencia o son expertos dejando de un tanto de lado nuestro orgullo. Boston es Boston!

Como mensaje final, nada más queda decir que debemos luchar por nuestros sueños, que trabajemos por ellos porque las oportunidades y experiencias se dan, experimentan y disfrutan de un mismo modo solo una vez en la vida. Yo estoy segura que volveré, pero ya nunca será mi Primera Boston Marathon.

Enjoy!!

 

Lucy Levio A.

 

Compártelo:

  • Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
  • Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
  • Haz clic para compartir en Google+ (Se abre en una ventana nueva)
  • Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)

Relacionado

Related Posts

MI MEJOR CARRERA EN CHICAGO  || Caro Pacheco

Testimonios

MI MEJOR CARRERA EN CHICAGO || Caro Pacheco

DESDE LA ARAUCANÍA A BERLIN || Lucy Levio

Carreras recomendadas, Testimonios

DESDE LA ARAUCANÍA A BERLIN || Lucy Levio

CORREDORA SILENCIOSA || Yesenia Marulanda

Carreras recomendadas, Testimonios

CORREDORA SILENCIOSA || Yesenia Marulanda